martes, 22 de enero de 2008

MI ABUELO


Mi abuelo no es en realidad mi abuelo, vendría siendo mi tío político, es el cuñado de mi mamá pero ella le dice papá porque le dice mamá a su hermana mayor, no voy a entrar en detalles sobre las relaciones familiares, eso sería todo un blog aparte, así que es mi abuelo y punto. Mi abuelo es joven para ser mi abuelo, nunca tuve muy claro que estudió, sé que paso unos años con los yanquis y sabe mucho de aviones, no es tomatrago, ni machista, ni amargado, ni tiene actitud de viejito, ni siquiera huele a viejito, lo que sí es un poquito mujeriego, pero es tan dulce que se lo pasamos. Cuando joven fue un churro despampanante, ví una foto y no lo podía creer. Carga siempre en el bolsillo de la camisa un lápiz y un esfero y una navaja. Puede arreglar cualquier cosa, no muy estéticamente pero lo arregla, o sea, remienda un pantalón perfectamente pero con hilo rojo, o le pega bien la pata de la mesa de centro que se rompió, pero deja un pedazo de toalla verde a la vista de todos. Lo han operado no se cuantas veces del corazón, la última vez estuvo muy grave en cuidados intensivos, cuando por fin entre a verlo preocupada lo saludo y el solo me pide dos cosas: mija, tráigame unos calzoncillos y las gafas que estas enfermeras están todas buenas y yo no veo un carajo! Al los dos días lo tuvieron que dar de alta porque se levanto, se vistió empaco sus cositas, llamo y se paro en la puerta de la habitación a esperar a que llegara por él. Duerme la siesta todos los días debajo de la mesa de centro de la sala, así haya visita y estén tomando el café uno llega después de almuerzo y ahí está tirado durmiendo, invite a mi mejor amiga a almorzar a casa de mis abuelos la pobre no sabia como decirme que el abuelo estaba desmayado debajo de la mesa de centro. A los 78 años todavía le agarra las tetas a mi abuela y le echa piropos, caminan agarraditos de la mano y le da la comida de a cucharaditas. A todas nos dice culonas, y a mi me habla de mi mamá como si fuera mi hermana. Camina por Bogotá con sombrero y palo como si estuviera en el llano, sale todos los días a comprar las verduras y la carne para el día, al comienzo pensábamos que era para tener todo fresco, luego un día lo seguimos y descubrimos que ese recorría cuanto puesto de chorizo, empanada y morcilla había en el camino. Tiene frases que repetimos todos: “ ah la tiene pa´ que me la mire, dijo la que se cayo!” o “que muchas gracias, que estaba muy rico, que lastima tan poquito”, “la puntica no mas dijo la recién casada” y el que más escuché: “mija tiene un culo para parcelar!” De él aprendí a robar dulces en los supermercados, él se robaba las pilas y las máquinas de afeitar, aprendí también donde comer chicharrones y a preparar un buen ají, a decir groserías con ganas y a insultar sólo cuando es necesario. Aprendí a coger dobladillos, a usar la máquina de coser y a hacer instalaciones eléctricas. Que el bóxer se pone en las dos superficies y se espera que seque para pegar y que todo, absolutamente todo se puede arreglar con gota mágica. También aprendí a escoger aguacates y papayas. Cuando yo estaba en primer semestre se levantaba a las 4 de la mañana para hacerme arepas, jugo de naranja y empacarme algo de comer porque sabía que con mi economía de estudiante seguramente iba a pasar algo de hambre, eso nunca lo olvidaré. Mi primera maqueta la mando a hacer en una carpintería cuando se encontró los planos por ahí en la casa, saque 5 y fuimos felices los dos. A mis 28 años un día en un almuerzo familiar me dijo que admiraba que no me casara, que fuera además muy quisquillosa para tener novio pero que era importante que perdiera la virginidad, que a esa edad ya no estaba para estar virgen y que “eso” se me iba a dañar si no lo usaba, respiró fresco y me abrazo cuando le dije que hacia aaaaaños que no era virgen. A los 75 se interesó por el Internet, le consiguieron un computador y me pidió que le enseñara, fui a la hora del almuerzo y me senté con el en el computador, mira abuelo, le digo, vas a inicio, de ahí al Explorer… el con papel y lápiz escribía como loco, cuando miro decía: para prender botón verde ovalado, contrate un profesor que fuera a enseñarle y creo que ya chatea. Trabaje muy cerca de su casa e iba a almorzar casi todos los días, luego me dormía una siestica, mi abuelo me despertaba justo a tiempo para volver y si estaba tarde me llevaba de vuelta. Me alcahuetió siempre la cocacolita y hasta los cigarrillos. Tuvo el mismo Renault 4 desde que tengo uso de razón hasta el año pasado que se lo vendieron, miguelito se llamaba el carrito, cuando estaba en el taller él iba a verlo todos los días como si estuviera en la clínica. Miguelito tenía caneca, un sistema inventado por él para que solo prendiera si se activaba un switch, y un radio que esta debajo de asiento y solo agarra una emisora de boleros que el va silbando. Nunca levantó mas de 50 Km. /h y según mi abuelo no había necesidad de andar más rápido, era preferible madrugar más, es por eso que un día me dejo en el aeropuerto a las cuatro y media de la mañana para un vuelo que salía a las ocho, iba a tener tiempo de hacer de todo me dijo y me dejo ahí parada con la maleta a la madrugada con todo cerrado. Para el no existe comida sin sopa y cuando va a restaurante pide que le empaquen lo que sobro para el perrito de la casa. Pocas veces lo acompañé de viaje y siempre llegué casi indigestada porque se conoce cuanto chuzo bien feo hay en el camino para comer. Lo conocen en todo el barrio y a todas les echa piropos. Mi abuelo se fue ayer para el cielo, nunca me dolió tanto la distancia, nunca tuve tanto miedo de recibir una llamada, nuca agradecí tanto una llamada de mi mejor amiga. ahora me invade una nostalgia al recordar todo lo que me dio, no he visto a nadie vivir tanto y con tantas ganas, no ví a nadie disfrutar tanto cada comida, cada paseo, creo que si lo vi de mal genio dos veces fue mucho, es mas, trato de recordar como era cuando estaba bravo y no se. Así que de mi abuelo aprendí que a la vida vinimos fue a pasarla bueno y es mi lema, espero seguir muchos de los caminos que ha recorrido hasta ahora y espero también tener la fuerza y la vitalidad que tuvo hasta el ultimo día. A mi abuelo, gracias, por los consejos locos, por los chicharrones, el ají en polvo, los ataques de risa, los secretos, las arepas, los remiendos, pero mas que todo por ser mi amigo, mi maestro y el abuelo mas abuelo que conozco.